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Running: La nueva adicción de la clase media

El running es el deporte de moda a nivel global. En 2008, más o menos cuando estalló la última crisis financiera mundial, se contabilizaban en nuestro país alrededor de un millón de adeptos al footing, nombre con el que era conocida esta disciplina hace algo más de una década.

En 2018 (según cálculos oficiales) esa cifra se ha multiplicado por tres. Incluso hay quien asegura que la gran tasa de paro de esos años está directamente relacionada con el auge de los amantes de esta práctica, ya que durante años han tenido más tiempo libre para dedicar al deporte.

Salir a correr se ha convertido en el método al que acuden infinidad de españoles para olvidar por un rato sus problemas, obtener una figura más esbelta y un mejor estado de salud, cautivados por un rato de ejercicio que te brinda un reto de superación personal al que muchos se vuelven adictos.

Sus beneficios están claros: mejor rendimiento atlético, efecto desestresante, pérdida de peso, aumento de la calidad del sueño, un incremento del nivel de endorfinas y serotonina (más conocidas como hormonas de la felicidad)… pero, ¿qué hay de los inconvenientes?

Antes de calzarnos las zapatillas y salir a la calle es aconsejable acudir a un centro médico para realizarse una prueba de esfuerzo, sobre todo aquellas personas mayores de veinticinco años que nunca han realizado ninguna práctica deportiva. Estos estudios realizados mediante electrocardiograma se llevan a cabo sobre una cinta para correr a diferentes velocidades. El propósito es hallar alteraciones isquémicas o en la frecuencia cardiaca que suelen pasar desapercibidas en la vida diaria, incluso en adultos jóvenes, y sólo causan problemas al practicar deporte.

¿Correr es tan sano como parece a simple vista, o acarrea perjuicios para el organismo?

Las carreras nos hacen ganar en resistencia y en capacidad pulmonar, pero no se trata de la práctica más aconsejable a nivel articular. A nuestras rodillas, caderas y tobillos no les gustan los impactos y, por lo tanto, existen otras opciones más apropiadas.

¿Qué alternativas son menos lesivas para el aparato motor?

Una de ellas es la natación. Los movimientos ejecutados bajo el agua no ejercen ninguna presión sobre las articulaciones, aunque sí se consigue el mismo propósito: quemar grasas. Si buscamos un trabajo de cardio más exigente podemos decantarnos por la bicicleta estática, siempre teniendo en cuenta que no es aconsejable realizar una flexión forzada que supere los 90 grados, tanto de cadera como de rodilla.

Para los corredores cabe destacar algunos consejos imprescindibles sobre la manera correcta de prepararse para el ejercicio:

  • El calzado apropiado. Las lesiones de rodilla son las más frecuentes derivadas de la práctica de la carrera continua, aunque también son muy corrientes las dolencias en el pie como fascitis plantares y las metatarsalgias debidas a un uso de calzado inadecuado. A la hora de adquirir nuestras zapatillas debemos prestar menos atención a la pisada pronadora o supinadora y más al eje de nuestro tren inferior.
  • Terreno blando. No menos importante es escoger una superficie apropiada para que las articulaciones no sufran durante la carrera. Es preferible alejarse de los suelos pavimentados y optar por sendas y caminos de tierra que amortiguarán los impactos y protegerán los tobillos, rodillas y caderas.
  • Entrenamiento progresivo. Dependiendo de si el objetivo es correr una maratón o simplemente mantener la forma, lo más aconsejable es contar con la ayuda de un preparador físico y siempre aumentar la carga de ejercicio de manera gradual para que nuestro cuerpo se vaya habituando a nivel cardiaco y muscular. Cualquier otro tipo de entrenamiento nos provocará una fatiga innecesaria y no servirá para nada.
  • Una alimentación inteligente. Principalmente para los corredores de grandes distancias, la ingesta de alimentos debe estar pensada para evitar el catabolismo, es decir, una destrucción del tejido muscular debida a los grandes esfuerzos. Se recomienda el consumo de azúcares antes de la práctica de cualquier deporte y en el caso de los maratonianos, al tratarse de personas con poca grasa corporal, se aconseja la inclusión de hidratos de carbonos para optimizar la recuperación del glucógeno muscular que, dicho de otro modo más simple, es el carburante del que tira el corredor.
  • Sesiones matutinas. Desde el punto de vista metabólico, el organismo está preparado para actividades de mayor intensidad por las mañanas gracias a la acción de ciertas hormonas, por lo que sería recomendable elegir estas horas del día para los entrenamientos.
  • Hidratación abundante. Si beber suficiente agua es importante para cualquier ser humano en su vida diaria, para un deportista es algo fundamental. Si la hidratación es deficiente todo el metabolismo se verá afectado y esto podría llevar a una predisposición a lesionarse y a una destrucción de las fibras musculares.

Los factores de crecimiento: el gran salto en la medicina deportiva

La práctica de cualquier deporte lleva consigo el peligro intrínseco de lesión. Si a pesar de haber seguido al pie de la letra las recomendaciones médicas sufre alguna tendinopatía la solución son los llamados factores de crecimiento. La técnica, muy de moda entre deportistas de élite como el tenista Rafa Nadal y el futbolista Iniesta, consiste en extraer sangre del propio paciente y aislar de ella un plasma rico en una serie de proteínas concentradas que posteriormente se infiltra en la propia lesión con la ayuda de una ecografía.

¿En qué casos está indicado su uso?

Está demostrado científicamente que el tratamiento acelera la recuperación de dolencias osteomusculares. A nivel del cartílago se usa sobre todo con condropatías de grado 1 y 2 en las que se consigue rebajar la inflamación y mejorar las condiciones articulares. No así para grado 3 y 4, ya que al faltar cartílago, se debería acudir a otro tipo de terapia. Asimismo, la experiencia es especialmente positiva en las lesiones de menisco de rotura intrasustancia. Los factores de crecimiento también están indicados para lesiones fuera de las articulaciones relacionadas con los tendones y músculos, ya sean crónicas o agudas.

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