Entrevista al doctor José Atencia Molina, servicio de hematología de Hospital Ochoa
La investigación genética está generando una auténtica revolución en la historia del ser humano. En concreto, sus aplicaciones médicas proporcionarán en un futuro cada vez más cercano diagnósticos más precisos que ayudarán a diseñar tratamientos eficaces y personalizados para las patologías de cada individuo.
Sobre estos avances hablamos con el doctor José Atencia Molina, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra y especialista en hematología del Hospital Ochoa, que estrenó recientemente su propio depósito de sangre para dar respuesta a las necesidades del centro en su continua evolución para seguir a la vanguardia de la salud.
Da la sensación de que la hematología es una especialidad un tanto desconocida para el ciudadano de a pie. ¿Cuál es la función del hematólogo?
La función fundamental del hematólogo es ver qué patologías pueden aparecer en las tres series sanguíneas que existen: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. Además de eso, también trabaja sobre enfermedades derivadas de oncohematología, posibilidades de trombosis, tratamientos antitrombóticos y anticoagulantes.
¿Por dónde cree que discurrirá el futuro de esta rama de la medicina?
Creo que el futuro de ésta y otras muchas ramas de la medicina se encuentra en la parte genética de los tumores. Este campo se va a seguir estudiando en los siguientes años.
¿Cree que las terapias mediante el cordón umbilical podrían convertirse en cruciales dentro de la investigación científica de las enfermedades hematológicas?
Sí. Al hablar del cordón umbilical estamos refiriéndonos a las células madre que pueden llegar a tener mucha importancia en el futuro en términos generales, no sólo en la hematología. Por ejemplo, en los casos de trasplante de médula este tipo de células jugarán un papel fundamental, ya que si conseguimos introducir en la médula de un paciente células madre pluripotenciales que fabriquen células propias del individuo evitaremos el rechazo y, por tanto, gran cantidad de problemas.
Haciendo un símil, ¿podríamos comparar la hematología con las cámaras de seguridad de una casa? Quizá, el hemograma completo sea la mejor manera de ver lo que está ocurriendo en el organismo…
El hemograma te dice muchas cosas, pero hacen falta más pruebas para saber cómo se encuentra una persona. Al analizar la sangre se pueden hallar anemias y su causas, se verifica el nivel de células blancas, plaquetas… etcétera, y conocer si ha habido algún tipo de infección. Fuera de eso, existen patologías que únicamente pueden ser detectadas si completamos el análisis de sangre con otras pruebas médicas.
El Hospital Ochoa acaba de inaugurar su nuevo banco de sangre. ¿Qué significa para el centro y por qué era necesario?
A medida que Hospital Ochoa ha ido creciendo y, con él, el número de patologías importantes que se operan en los quirófanos, se hizo necesario contar con un stock permanente de sangre en las instalaciones, por si fuera necesario acudir a él durante las intervenciones quirúrgicas o en casos de urgencia.
¿Cree que la incansable lucha de Pablo Ráez sigue presente? Su mensaje hizo crecer las donaciones de médula ósea de manera exponencial a nivel nacional…
Sí, sin duda sigue presente. Todo lo que sea favorecer la donación de médula siempre es bienvenido. Nuestra esperanza es que algún día las donaciones no sean tan importantes gracias a la aplicación de las células madre de la propia persona. Estaríamos hablando de la ‘autodonación’ de cada paciente de sus propias células por si en algún momento les hicieran falta. Un autotrasplante de médula.
Algunas patologías como el Linfoma de Hodgkin o la Leucemia Promielocítica son potencialmente curables. ¿Ve cercanos otros tratamientos adecuados para otras hemopatías?
Así es. Cuando atiendo a un paciente diagnosticado de algún tipo de leucemia siempre le comento lo mismo: que se olvide de morirse de esa enfermedad porque no va a ser así. En la actualidad casi el 90% – 95% de las leucemias son curables, salvo casos muy concretos. Depende mucho del estado del paciente que la padece.
¿Cuáles han sido los avances más significativos en los últimos años en relación a los tratamientos?
El estudio genético es, sin duda, el área donde más avances se están produciendo. El hecho de poder determinar, por ejemplo, qué tipo de leucemia estamos tratando y su grado es algo fundamental para diseñar el tratamiento. Otra gran innovación es la inmunoterapia. Se trata de un tratamiento menos agresivo que otros anteriores como la quimioterapia, aunque ésta aún se sigue utilizando.
Siguiendo con la leucemia: ¿Estamos cerca de hallar su curación?
Sí, estamos cerca de curarla en casi todos sus grados. Aunque no es lo mismo encontrar esta enfermedad en una paciente que sufre otras patologías añadidas, que en una persona sana. El factor edad también es vital: hay algunas leucemias mucho más agresivas en gente joven que en la población de más edad. De hecho, muchos ancianos pasan la enfermedad como algo crónico y ni siquiera es necesario administrarles ningún tratamiento.
Si los investigadores dispusieran de un presupuesto ilimitado, ¿cuál cree que debería ser su línea de investigación a corto plazo?
Apuesto, sin lugar a dudas, por la investigación genética porque en el futuro va a conseguir que individualicemos cada enfermedad con cada paciente. Podremos diseñar un tratamiento personalizado a cada caso, y esta ventaja lo convertirá en mucho más efectivo.
Los últimos avances están provocando que el SIDA deje de ser el enemigo público número uno en cuanto a enfermedades que atacan al sistema inmunológico, los científicos acorralan lentamente al cáncer en sus diversas formas. ¿Ve viable a medio plazo un cuerpo humano inmortal?
Opino que es una quimera. Si nos planteamos cómo ha crecido la edad de supervivencia nos encontramos que en los últimos quince o veinte años ha aumentado prácticamente una década. Hoy en día es normal encontrarte a gente de más de ochenta años con una calidad de vida excepcional y eso antes no existía. Esta esperanza de vida podría ir aumentando hasta los 110 o los 115 años, pero los parámetros externos (radiación solar, contaminación, cambios de temperatura, nuevas cepas víricas) y los efectos que pueden provocarle a las personas no los estamos controlando bien. Siempre existirá algún factor que impida llegar a la inmortalidad.