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El hígado graso: causas, tipología y factores de riesgo

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La obesidad no para de crecer año tras año en el mundo desarrollado y con ella sus catastróficos efectos para la salud. Además de multitud de enfermedades cardiovasculares, varios tipos de cánceres y problemas de hipertensión –por citar sólo unos cuantos ejemplos– el exceso de peso hace sufrir a otros órganos importantes como el hígado.

Las cifras son tan alarmantes que en países como Estados Unidos se estima en un 30% la población que padece hígado graso, debido a una mala alimentación y a un estilo de vida ligado al sedentarismo. El incremento no es baladí, ya que hablamos del trastorno hepático crónico más común dentro de sus fronteras.

¿A qué se denomina hígado graso?

Se denomina hígado graso al depósito de triglicéridos en el hígado y es la expresión del síndrome metabólico en este órgano. Se produce cuando el órgano hepático no es capaz de metabolizar un exceso de grasa y la almacena.

Este síndrome debe cumplir una serie de criterios diagnósticos como: el sobrepeso (principalmente grasa abdominal), triglicéridos altos, colesterol bueno (HDL) bajo, hipertensión arterial y azúcar elevada en ayunas. En algunas ocasiones también se suelen incluir los niveles elevados de ácido úrico.

Tipos de hígado graso: no alcohólico y por alcohol

No alcohólico: Viene producido por el síndrome metabólico. La epidemia de obesidad que aumenta sin cesar en el mundo occidental es la principal causa de esta patología. Está cada vez más extendida entre la población infantil por culpa de una alimentación rica en grasas saturadas y trans (las denominadas grasas ‘malas’) y la falta de ejercicio. Existen dos tipos:

  • Hígado graso simple: Si existe inflamación es muy leve y tampoco llega a dañar las células del hígado aunque sí contiene grasa.
  • Esteatohepatitis no alcohólica: Se aprecian daños en las células hepáticas e inflamación del órgano, además de grasa. Puede llegar a provocar cicatrizaciones en el hígado y fibrosis. A largo plazo puede acabar en cirrosis. Se prevé que será en 20 años la 1ª causa de tranplate de higado.

Por alcohol: Causado por la ingesta de bebidas alcohólicas. Puede aparecer en personas que no son alcohólicas pero que sí beben de una manera crónica. Esa conducta desemboca en este problema hepático.

¿Cómo puedo prevenir el hígado graso?

En el caso del hígado graso por alcohol la premisa está clara: evitar cualquier ingesta de bebidas con graduación alcohólica. En el caso de la esteatosis hepática no alcohólica es preciso controlar la hipertensión arterial, perder peso (principalmente la grasa abdominal), vigilar los triglicéridos, el colesterol y los niveles de azúcar.

¿Quiénes tienen una mayor probabilidad de desarrollar esta enfermedad?

  • Las personas con obesidad o sobrepeso.
  • Enfermos de diabetes tipo 2 o los que generan resistencia a la insulina.
  • Individuos con trastornos como el síndrome metabólico.
  • Los hipertensos.
  • Personas que poseen un alto nivel de grasas en sangre como los triglicéridos y el colesterol.
  • Los pacientes con hepatitis C.

Consejos para mantener un hígado sano

El primer arma con la que cuenta cualquier persona que quiera mantener un hígado sano es la dieta equilibrada. Hay que evitar las grasas saturadas y apostar por las poliinsaturadas, muy presentes en la dieta mediterránea, como son el aceite de oliva y alimentos ricos en omega 3.

A la hora de comer carne siempre es mejor cocinar aves a la plancha y sin la piel y dejar a un lado las carnes más grasas como la de cordero o cerdo.

La manera de preparar los alimentos también es importante y la peor de todas es freírlos.

Es primordial realizar una ingesta de calorías adecuada que no desemboque en un exceso de peso o en obesidad.

El ejercicio regular es una gran forma de quemar las calorías sobrantes, grandes enemigas de un organismo sano.

Tratamientos para el hígado graso

Lo primero es controlar los factores de riesgo ya mencionados para evitar que el hígado se transforme en graso.

Con las personas que ya padecen esta patología está indicado el uso de la metformina, un antidiabético oral que, objetivamente, está dando los mejores resultados, aunque algunos de los últimos estudios no lo avalen.

A pesar de que hacen falta más años de estudio, también se usan medicamentos hipolipemiantes para reducir los niveles de lípidos en el torrente sanguíneo y fármacos antihipertensivos, fundamentalmente los antagonistas de los receptores AT1 de la angiotensina II (ARA-II) suelen ser útiles, sin obviar que se necesitan más indagaciones científicas a largo plazo con respecto a su aplicación para el hígado graso.

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